viernes, 27 de enero de 2012

Personas


FANÁTICO: "Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento, creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas. Preocupado o entusiasmado ciegamente por una cosa."

Dicen que el fanatismo no es una cualidad innata en el ser humano. Pero, ¿se puede ser fanático del ser humano? Yo lo soy. 
 
A mí me gusta saber lo que le pasa a la gente por dentro. Me gusta observar a la gente, mientras pasea por la calle, mientras espera en la cola del autobús, o mientras se toman un café. Me gusta observarlos en grupo o en solitario, con sus parejas, con sus amigos, con sus hijos o con sus padres.

Hay personas calladas, que necesitan a alguien para conversar.Hay personas tristes, que necesitan de alguien que las consuele. Hay personas tímidas, que necesitan de alguien que las respete y las ayude a vencer la timidez. Hay personas solas, que a veces necesitan de alguien para jugar. Hay personas con miedo, que necesitan de alguien que les de la mano.
 
Hay personas fuertes, que necesitan de alguien que les haga pensar en la mejor manera de usar su fuerza. Hay personas que piensan que no saben hacer nada, y necesitan de alguien que las ayude a descubrir cuánto saben hacer. Hay personas que tienen prisa, que necesitan de alguien que les enseñe todo lo que no les da tiempo a ver. Hay personas que se sienten lejos, y necesitan de alguien que les muestre el camino de entrada.
 
Y también hay personas impulsivas y miedosas, que necesitan de alguien que les de la mano y les ayude a no lastimar a los demás en el camino.
 
Hay tantos tipos de personas que clasificarlas sería imposible. "El infierno son los otros", decía Sartre. Yo no estoy de acuerdo. Cuando los otros te invitan a echar un vistazo a sus miedos y a disfrutar de sus momentos de felicidad, se produce la magia. Hay personas que necesitan de alguien, quizás como tú o como yo.

Lo que no debemos hacer es obligarlas a hacerlo.



sábado, 21 de enero de 2012

Un lugar para Katrin

Confiaré un secreto que quizás me haga parecer una lunática: mi nacimiento estaba predestinado desde diciembre de 1984, y la pitonisa que predijo tamaño acontecimiento fue la escritora e ilustradora  argentina Julia Díaz, del Barco de Vapor. 

Desde la cubierta de uno de los libros de la colección naranja, una niña morena con flequillo y vestido azul sostiene a sus muñecas. Es Un lugar para Katrin.

El libro llegó a mis manos en 1991, con 5 años. No recuerdo quién me lo regaló, pero sí el por qué: esa niña era yo. Katrin era yo. Katrin era una niña despreciada por las otras niñas debido al lunar de su mejilla izquierda. Eran niñas despiadadas, que se burlaban de ella cantándole canciones crueles.

Lunar, lunar.
El gato quiere maullar
y el ratón chillar.
El diablo a Katrin
va a degollar.
 

A las últimas palabras echaban a correr. Katrin se tocaba el lunar de la mejilla, que tenía el tamaño de un duro y le llegaba hasta el lóbulo de la oreja. Katrin trataba de ocultarlo con su cabello liso y negro.

Un día descubre que ese lunar le otorga la facultad de comunicarse con los muñecos. Entre la puesta y la salida del sol, en "la hora de los muñecos". Los muñecos le cuentan historias maravillosas, una cada noche. Le explican por qué los girasoles inclinan la cabeza y le cuentan la historia del Rey Escama Dorada, el Rey del fondo del mar.

Con 5 años que tenía cuando lo leí, y varios proyectos de lunar en la cara, esas reuniones de muñecos a medianoche, esos conciliábulos, me obsesionaron durante meses. Terminaba el libro y lo volvía a empezar, una y otra vez, buscando el secreto de Katrin. Ahora me doy cuenta de que yo no era ella. Podría haberlo sido, pero no lo era. Katrin usó los cuentos que le contaron los muñecos para que las niñas malvadas fuesen sus amigas, y finalmente lo fueron. Yo tuve una infancia feliz y bonita, mis amigas no se reían de mis lunares.

No importa que lea Un lugar para Katrin cientos de veces, ella nunca dejará de ser niña. Si algún día una fuerza misteriosa me permite introducirme entre las páginas de un libro y mezclarme con sus personajes, será en este libro y con Katrin.

Katinka, no compartas tus cuentos con esas niñas, sincronicemos nuestros lunares y compártelos conmigo.

lunes, 2 de enero de 2012

Leyendo a Dostoievski. (Otra vez)

Los últimos compases del 2011 los he dedicado a Dostoievski (1821-1881). Hace tiempo que los escritores rusos de la época Zarista me vienen fascinando, y se me hace un acto de supervivencia volver a sus páginas cada tres o cuatro libros. Dostoievski es un maestro de la literatura psicológica, explora y desgrana las actitudes y los tormentos del ser humano como nadie.


La novela en la que me he sumergido esta vez ha sido Los Demonios, en la que critica toda clase de fanatismos. Dostoievski escribió Los Demonios entre los años 1871 y 1872 en la ciudad de Dresde, donde se escondía para escapar de los acreedores. El germen de la historia fue un crimen que se produjo en Moscú a finales de 1869 y que causó una honda impresión en el autor: Serguéi Necháiev, revolucionario y terrorista, anarquista y nihilista, fue el responsable del asesinato, a causa de sus diferencias ideológicas, de Ivanov, estudiante y compañero en la célula revolucionaria a la que ambos pertenecían.

El escritor ruso, que había sido anteriormente condenado a muerte por el zar debido a su participación pacífica en círculos de discusión social y política, encontró en este acontecimiento una buena forma de exponer sus propias reflexiones.

El protagonista de la obra es Nikolái Stavrogin, dotado de unos rasgos cercanos a los del héroe romántico, pero atormentado por inconfesables faltas. No obstante, la novela conjuga un amplio abanico de personajes que la enriquecen y la dotan de una intensa complejidad.

Al igual que los conspiradores ficticios, los intelectuales de la novela tenían sus modelos en la vida real. El modelo de Karma Zinov fue Ivan Turgenev, el gran novelista contemporáneo de Dostoievski, por quién éste llegó a sentir vivo aborrecimiento, casi odio. El aristócrata rico, sano, soltero, europeizado y ateo, residente en el extranjero, que escribía por pura afición, sin cuidarse de si sus libros se vendían o no, provocó la envidia y el resentimiento de un Dostoievski mal pagado, agobiado de deudas, forzado a emborronar páginas sin cuento para ganar lo indispensable con que mantener a su familia, y, para mayor desgracia, epiléptico y amante de la ruleta. Karma Zinov es una caricatura señuda que representa lo característico del modelo: talle, modales, atavío, modo de andar, pronunciación y, para colmo, hasta el estilo de Turgenev: el opúsculo Merci que Karma Zinov lee en la matinée literaria para despedirse de su público es una perversa y divertidísima, parodia de un ensayo de Turgenev titulado Assez. Turgenev se quejó con justa amargura del improcedente ataque.

A continuación, los apuntes más divertidos:

¿Acaso es posible captar la atención de un público como el nuestro durante una hora entera con un solo ensayo? En general, según mi experiencia, ni un supergenio puede con impunidad mantener viva la atención del público más de veinte minutos en un recital literario que no sea de mucho vuelo. Cierto es que la aparición del gran genio fue acogida con el mayor respeto. Ya he indicado más arriba que tenía una voz harto aguda y penetrante, un tanto femenil, y que, por añadidura, ceceaba afectadamente como un gentilhombre cortesano. No bien pronunció algunas palabras, alguien se permitió soltar una risotada; sin duda algún imbécil maleducado que no habría visto antes nada del gran mundo y que sería por añadidura guasón.(…) Pero el señor Karmazinov, con su voz amanerada y relamida, declaró que “en un principio no había consentido leer” (como si fuera necesario decir tal cosa). “Hay algunas frases que brotan tan directamente del corazón que no cabe decirlas en voz alta; así, pues una cosa tan sagrada no debe ser revelada en público” (entonces, ¿por qué revelarla?); pero como se lo han pedido, va a revelarla, y como, además, deja la pluma para siempre y jura que por nada del mundo volverá a escribir, ha escrito esta última pieza; y como había jurado que “de ninguna manera volvería a leer nada en público”, etc., etc., y así por el estilo.

¡Qué retahíla nos soltó! Dios mío, ¿qué no metería en ella? Imagínense ustedes casi treinta páginas impresas de la cháchara más vacua y relamida; y, por añadidura, este señor leía con una voz un tanto condescendiente y lastimera, como si estuviera haciéndonos un favor, lo que era casi un vejamen para el auditorio. El tema… ¿quién podría desentrañar ese tema suyo? Era algo así como un recuento de ciertas impresiones y reminiscencias. Pero ¿qué? ¿Y sobre qué? Verdad es que allí se hablaba mucho del amor, del amor del genio por una dama. Con su figura bajita y oronda, me parecía que al genial escritor no le iba muy bien hablar de su primer beso…No podía faltar en el cielo un matiz violáceo, que, por supuesto, ningún mortal había visto antes, o mejor dicho, que todos habían visto antes pero que no habían acertado a notar; pero que sepan ustedes que “yo sí lo he visto y se lo describo a ustedes, tontos de capirote, como la cosa más natural del mundo”. Y de buenas a primeras todo se esfuma, y el gran genio se va a ahogar… ¿Ustedes creen que se ahogó? ¡Ni por pienso!

“Pero alábenme, alábenme, que me gusta muchísimo. Lo de dejar la pluma no son más que palabrerías; esperen, que les voy a aburrir trescientas veces más, que se hartarán de leerme…”

Claro está que aquello no acabó bien; pero lo peor era que la culpa fue suya. Desde hacía rato la gente arrastraba los pies, se sonaba la nariz, tosía y hacía lo que se hace cuando el escritor, quienquiera que sea, retiene al público más de veinte minutos en una lectura. Pero el autor genial no se daba cuenta de ello. Seguía ceceando y balbuceando sin cuidarse el auditorio, hasta que todos empezaron a dar muestras de desasosiego.

domingo, 1 de enero de 2012

Repaso de una Nochevieja

Son las 23:44 y estoy en pijama. Bueno, no en pijama, con unos pantalones de pijama y camiseta de David Bowie. Es la última noche del año, y yo paso de las uvas, de los mensajes felicitando el año nuevo, y de todo en general.

Desde mi trono de sofá y con el portátil encima voy a ejercer de Diosa, y hacer un pequeño recorrido por el apasionante mundo de los programas de la tele y la retransmisión de las campanadas.

TVE 1, Anne Igartiburu y José Mota. José Mota es muy pesado, con sus "cansinos" y sus chistes facilones. Anne recomienda empezar el año haciendo deporte, pero sospecho que lleva faja.  Se regalan camisetas uno al otro de la selección española. Televisión española apuesta por el deporte, dicen. Anne, ¿quieres ser mi sensei? Tengo una Wii.

Antena 3, Carolina Cerezuela  y Carlos Sobera. Digo Carolina Cerezuela, pero la verdad es que parece una Bratz. Sobera le hace una pregunta personal: "¿Cuál es el sitio más raro donde has pasado una Nochevieja?" Y Carolina responde, muy rubia ella: "En la India, ¿y tu?" -"Yo en casa." Amén, Sobera.

Cuatro. En la Cuatro se la pela la Nochevieja. Están dando un programa de Jesús Vázquez. A los de la Cuatro se la pela, porque para eso se han fusionado con Tele 5, y en tele 5 está la Pantoja. El programa se llama "Uno para ganar".

Tele 5, Isabel Pantoja,J.J. Vázquez y Paquirrín (Kiko Rivera). La Panto pone cara de sorprendida cuando J.J. da paso a Paquirrín, que está mezclado con el pueblo llano en la Puerta del Sol. Pone cara de sorprendida, lo juro, como si hubiese escogido estar con ella en Nochevieja y no con sus amiguetes poniendose morado a Bacardi-Cola. Y eso que llevan 1 mes anunciando que dará las campanadas "en familia". Paquirrín dice que quiere volver con su novia Jessi.

La Sexta, El Gran Wyoming y Usun Yun. ¿Se escribe así Usun yun? Al programa lo han llamado "Nochemuerta 2011, Campanadas Zombies. Sí que tiene tirón "The Walking dead"

Pues eso, que desde el sofá, esta vez desde un segundo piso cualquiera, ¡Feliz año nuevo!


P.D.: ¿Con qué programa te has tomado las uvas?
P.D. 2: ¿Por qué se dice "tomar las uvas"?