martes, 25 de febrero de 2014

La historia del viejo Jackson y las ovejas.

El Viejo Jackson era contable o algo, ganaba un sueldo pequeño y tenía una gran familia que alimentar, y quería mejorar su situación con el mínimo esfuerzo, como quiere naturalmente cualquier descendiente de una antigua y respetada familia sureña, y se le ocurrió emplear un poco de sus tierras en las ciénagas de Luisiana para criar ovejas. Se había dado cuenta de la rapidez con la que crece la vegetación en los árboles de las tierras pantanosas, y pensó que la lana debía crecer igual si la oveja se criaba en un pantano. Así que dejó su trabajo de contable y cogió un poco de tierra en las ciénagas del río Tchufuncta y lo llenó de ovejas, gracias al dinero que el tío de su mujer, miembro de una vieja familia aristocrática de Tennessee que se dedicaba a la venta ilegal de alcohol, les había dejado.

Pero las ovejas empezaron a ahogarse inmediatamente, así que hizo cinturones salvavidas para ellas con las barricas de madera que habían formado parte de la herencia de ese tío de Tennessee: de esta forma, cuando las ovejas se metían en el agua flotaban hasta que la corriente volvía a llevarlas a tierra. La cosa funcionó bien, pero las ovejas siguieron desapareciendo: es decir, las hembras y los corderos. Entonces descubrieron que los caimanes se las estaban llevando. Así que hizo una imitación de los cuernos de un carnero con madera, y ató un par a cada oveja y a cada cordero que nacía. Y eso redujo sus pérdidas debidas a los caimanes a un mínimo prácticamente insignificante. Parecía que la carne de los carneros era demasiado repugnante, incluso para los caimanes.


Al cabo de un tiempo los salvavidas se gastaron, pero para entonces las ovejas habían aprendido a nadar bastante bien, y el Viejo Jackson decidió que no merecía la pena poner mas salvavidas. La cosa es que las ovejas le habían cogido afición al gua: la primera generación de corderos solo salía del agua a la hora de comer, y cuando llegó el esquileo, el viejo y sus chicos tuvieron que reunir el ganado con botes.

La siguiente vez que llegó la temporada de esquilar las ovejas, el ganado no salia del agua ni para comer. Así que el viejo y sus chicos tenían que subirse a los botes y poner comederos flotantes en los pantanos para que se alimentaran. Esa generación de corderos también sabía bucear. Nunca vieron ninguno de ellos en tierra: solo veían sus cabezas nadando entre los cenagales.

Finalmente llegó otro esquileo. el Viejo Jackson intentó atrapar una oveja, pero nadaban mas rápido de lo que él y sus chicos remaban, y los corderos se metían debajo del agua y escapaban. Tuvieron que pedir prestada una lancha motora. y cuando por fin agotaron una de esas ovejas y la atraparon y la sacaron del agua, se dieron cuenta de que solo la parte mas alta de su lomo tenía lana. el resto de su cuerpo tenía escamas, como un pescado. Y cuando finalmente atraparon uno de los corderos con un gancho para cazar caimanes, descubrieron que la cola era ancha y plana como la de un castor, y que no tenía patas. Al principio no se dieron cuenta de lo que era. Completamente atrofiado.

El tiempo paso, nunca volvieron a ver la siguiente generación de corderos, Los pájaros se comían la comida que les pudieron, y cuando llegó el siguiente esquileo, no pudieron atrapar ni una con la lancha. Pero sabían que seguían allí, porque de vez en cuando las oían balar de noche en lo más profundo del pantano. A veces atrapaban alguna en las redes con anzuelos para tiburones cebados con maíz, pero no era frecuente.

Mosquitos,
William Faulkner




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