jueves, 3 de mayo de 2012

Poesía

Los sentimientos en el ser humano no han cambiado nunca, ni nunca cambiarán. No sé si es algo bueno o no tan bueno. O si es malo, o no tan malo.

Todos estos poemas son de Goethe, menos el último, de Vicente Aleixandre, y todos me han removido algo por dentro. Llámalo melancolía.

Epirrema

Si dais en contemplar las cosas de la vida
fijaros siempre en todo, en el haz y el envés.
Nada está solo dentro, nada está solo fuera,
porque lo que está fuera también está por dentro.
Seguid sin mas tardanza esta regla sagrada:
mas que oculto misterio es un secreto a voces.

Pues así evitaréis la apariencia engañosa
que parece que es juego, pero es cosa muy seria:
que todo lo que vive es, sin duda ninguna,
nunca una cosa única, sino muchas al tiempo.

Para siempre

Lo que el hombre en su paso por la Tierra
llama divino porque es afortunado,
y es armonía, lealtad sin sombra,
amistad duradera e indudable,
luz que en su soledad al sabio gía
y al poeta concede hermosas formas
todo eso y mas, y en horas tan felices,
lo descubría yo en tí, y me lo diste.

Libro de lectura

El libro mas prodigioso
es el libro del amor;
lo he leído atentamente:
alegres muy pocas páginas,
muchos pliegues desdichados,
un capítulo es la ausencia,
y decirse adiós, un párrafo...
fragmentario.

Penas, penas
en tomos de aclaraciones
sin medida, inacabables.
Pero al final, oh Nisami,
has tomado el buen camino.
¿Pues quién puede resolver
lo que solución no tiene?
Los amantes cuando vuelven
a encontrarse. 

El olvido

No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.


Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.


Con dignidad murió. Su sombra cruza.

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